sábado, 30 de mayo de 2020

EGON SCHIELE




Egon Schiele, discípulo de Klimt y admirador de Hodler, llevó las premisas de ambos a un expresionismo radical. Defensor ante todo de la individualidad del artista, pocos artistas han sido más individuales que Schiele.

Fue casi exclusivamente un dibujante de la figura humana (incluida una obsesión por el autorretrato). Schiele analiza el cuerpo humano arrasando con cualquier convención cultural e incluso moral de esa época. Así mismo, le interesa la sexualidad, a veces rozando la pornografía más que el erotismo.



Durante sus primeros años de carrera demostró talento artístico, y empezó a pintar sus dichosos autorretratos. En 1906 ingresa en Bellas Artes en Viena, donde se empieza a ahogar en ese ambiente demasiado conservador, todo lo contrario de lo que debería ser la creatividad, así que se «escapa» para formar su propio grupo: Neukunstgruppe (Grupo del nuevo arte).

Conoce así a Gustav Klimt y se introduce con él en la Secesión vienesa, cuyo lema es: «A cada época su arte y al arte su libertad». Abandona el rígido estilo de la Academia y se vuelve expresionista, comenzando a distorsionar agresivamente los desnudos. Le da absoluto protagonismo al dibujo y a la línea.





















Por supuesto este nuevo camino pareció no gustar a nadie y Schiele decide irse de Viena. Conoce a Valerie (Wally) Neuzil de 17 años que se convertirá en modelo y amante. De hecho, en el nuevo pueblo, los vecinos empezaron a comentar lo jóvenes que eran las modelos de ese «tipo raro». Aunque dibujaba a todo aquel que aparecía por su puerta, la poses con las que dibujaba a los niños que se acercaban a su casa eran, cuanto menos, polémicas.




















Y es que Schiele tenía verdadero amor por el desnudo. Eran los suyos desnudos duros y agudos, con líneas cortantes e incisivas, pero no sólo físicos: la profundidad psicológica de los retratados va más allá de cualquier sexualidad. Las figuras son extremadamente delgadas con poses antinaturales, ojos desorbitados y manos deformes, retorciéndose no se sabe si de dolor o de lujuria.
El artista escapa de todo naturalismo, tanto en línea como en color (usaba acuarela). Tampoco hay fondos… La figura está sola. Schiele retrata muy bien la angustiosa soledad. Esto se ve en sus autorretratos que demuestran que fue uno de los artistas que más observó «su propio yo», cada vez más deforme y con poses más extravagantes y gestos más expresivos.





















También produce, aunque a mucha menor escala, algunos paisajes entre el expresionismo y la abstracción, que al igual que sus figuras, supuran emociones.

En 1912 es acusado por corrupción de menores. La sentencia fue tres semanas en la cárcel y la quema de uno de sus dibujos «porno». Quizás lo que peor llevó el artista fue la tortura y el pelo rapado.

Schiele aprende y se casa, no con Wally, sino con la rica Edith Harms, pero todavía sigue viéndose con su antigua amiga, que siguió posando para él, y seguramente con varias más.

En 1918 dos cosas suceden en Viena: los últimos alientos de la Primera Guerra Mundial y una terrible epidemia de la gripe española que deja más de 20 millones de muertos en Europa.

Tanto el artista como su mujer embarazada murieron por la enfermedad en octubre del mismo año.

sábado, 2 de mayo de 2020

POCO A POCO ASOMA LA ESPERANZA DEL REENCUENTRO





Hoy es el día en el que nos dejan con cierta mesura el poder pasear y toma la energía del sol. Hoy es un día diferente en el que podemos intuir el final de este periodo tan confinado. Si todo sale bien, tenemos conciencia y somos coherentes, pronto volveremos a compartir besos, abrazos, sentir ese tacto en la piel de nuestros seres queridos.

Sentir a esa persona que, por las circunstancias adversas, se quedó en otro lugar, pareciendo que volvemos a una época de otro mundo. El no poder sentir esa respiración y esencia que hace que un simple café con aroma intenso, se comparta como el más rico bombón.

Compartir entre risas y deseos esa comida llena de ricas vitaminas como puede ser unos ricos espetos, (Que me chiflan) o unas borrajas hechas con amor, y pasear sin horarios ni temores a no poder estar.
Volver a recorrer sendas y caminos descubriendo unas vidas llenas historias y sentir los momentos de esas vividas. 

Todo eso llegara, de momento si somos cautos en un plis, plas todo, aunque de una forma diferente, volveremos a tener “Una nueva normalidad”. Debemos dar gracias porque nuestras personas queridas sigan en nuestras vidas.

Todo llegara...

Harumi Oyama 🌹




domingo, 22 de marzo de 2020

Katsushika Hokusai




Katsushika Hokusai
Japón, 1760–1849

Maestro del Ukiyo-e (浮世絵), o el arte de los grabados japoneses entre los siglos XVII al XX, Hokusai fue uno de los artistas más prestigiosos de Japón y desde luego el artista japonés más internacional.



Sus dibujos, llegados a París a mediados del siglo XIX, fascinaron e influyeron en todos los impresionistas, de Monet a Van Gogh.
Pero su influencia no acaba ahí: hay quien asegura que sin Hokusai, variadas disciplinas artísticas como la xilografía moderna, el diseño gráfico, el cómic, el manga e incluso el tatuaje no serían los mismos.


Artista de una humildad legendaria, se consideró siempre «un simple aprendiz» y firmó sus obras con distintos nombres, como «Shunro», «Sori», «Kako», «Taito», «Gakyonjin», «Iitsu» y «Manji». Muy trabajador, se levantaba temprano y pintaba hasta la noche, dibujando hasta el último día de su vida. Pese a ser un anciano, en sus últimos días fue adquiriendo más y más energía y espontaneidad. Gozó de un gran prestigio en la comunidad artística japonesa y sus grabados llegaron a occidente, donde los jóvenes artistas supieron captar su evidente y original genio.
Hokusai se integra con pasmosa facilidad en la cultura popular occidental. De hecho, fue el primer japonés en exponer fuera del país y sus imágenes son ya iconos globales de la historia
del arte. Al abandonar el costumbrismo tradicional y entregarse a paisajes diámicos, místicos, peligrosos… en los que la figura humana juega un papel secundario, se hace evidente que tenía muchos puntos en común con el romanticismo.

















Pero plasmó también escenas de la nueva sociedad japonesa, ilustraciones para cuentos de fantasmas, retratos de actores y unos excelentes dibujos eróticos.
Para el, el arte era un juego, una forma de divertir y divertirse.
A la edad de cinco años tenía la manía de hacer trazos de las cosas. A la edad de 50 había producido un gran número de dibujos, con todo, ninguno tenía un verdadero mérito hasta la edad de 70 años. A los 73 finalmente aprendí algo sobre la calidad verdadera de las cosas, pájaros, animales, insectos, peces, las hierbas o los árboles. Por lo tanto a la edad de 80 años habré hecho un cierto progreso, a los 90 habré penetrado el significado más profundo de las cosas, a los 100 habré hecho realmente maravillas y a los 110, cada punto, cada línea, poseerá vida propia.


El sueño de la esposa del pescador
Ejemplo de Shunga, grabado erótico japonés.
Japón, 1814

Katsushika Hokusai creó esta ilustración shunga, que viene a ser arte erótico japonés dentro del ukiyo-e, ese estilo de grabado nacido durante el periodo Edo, que tanto influyó en el arte moderno al llegar a los ojos de los impresionistas europeos.

Hokusai muestra aquí nada menos que a una mujer teniendo relaciones sexuales con dos pulpos. Parece que las criaturas marinas la llevan entre las rocas y el pulpo grande la agarra con sus patas para practicarle sexo oral. El pequeño la besa en la boca.

El texto que rodea la ilustración, lleno de onomatopeyas de placer, dice lo siguiente:
PULPO GRANDE:
He estado escondido y esperando tanto tiempo ¡y finalmente te atrapé! ¡Qué lindo coño! ¡No puede ser más delicioso! Chupar y chupar hasta saciarme, y cuando acabe, llevármela al palacio del rey Dragón. MUJER:
¡Maldito pulpo! Ah ah, ¡tocas mi cuello uterino y me dejas sin aliento! Oh, tus ventosas… oh, tus ventosas… ¡oh, qué estás haciendo con ellas! Oh, sí, oh, sí… Con su boca prominente provoca mi vagina abierta… aaah aaah…… bien bien… sí… allí… PULPO GRANDE:
¿Cómo se siente ser abrazada por ocho brazos? Mira, totalmente mojada. Rezumas como agua hirviendo… MUJER:
Tengo cosquillas, estoy perdiendo el control de mi cintura… límites y barreras desaparecen… Ya estoy… ¡Me corro! ¡Me corro! PEQUEÑO PULPO
¡Después de que papá termine, también voy a chupar tu clítoris con mis ventosas!
Eso de emparejar mujeres y pulpos no fue una idea loca de Hokusai. Ya había una tradición sobre cuentos eróticos con buceadoras (ama, pescadoras o mujeres de pescadores que trabajaban semidesnudas), que tenían sexo húmedo y resbaladizo con pulpos (no hay ni que nombrar la asociación freudiana del tentáculo y el pene).
30 años antes que Hokusai, el artista Kitao Shigemasa (1739–1820) dibujó una historia sobre una buceadora que robó una joya del Palacio del Rey Dragón en el fondo del mar, con eróticos resultados. Hokusai se limitó a seguir la tradición, llevándola más allá en una época de libertades en la que se permitían ciertas licencias.












Desde el punto de vista artístico, los tentáculos dan un enorme dinamismo al dibujo, parecen moverse ante nuestros ojos, y eso implica hacernos testigos a los espectadores de una escena erótica absolutamente surrealista.
Porque esta escena es como un sueño erótico de la mujer, como bien reza el título de la obra. La buceadora tiene sus ojos cerrados, a diferencia de los dos pulpos.





domingo, 9 de febrero de 2020

Cómo el BDSM te ayuda a triunfar en el trabajo



El 'juego de roles' en 'Con faldas y a lo loco' bien puede ser un inicio hacia el sexo más duro








Estudios recientes sobre BDSM sostienen que ponerlo en práctica mejora la autoestima, las habilidades comunicativas y hasta la salud mental

Puede haber cera de por medio, y hasta un arnés y un collar amarrado al cuello de quien decide ser sumiso, sujetado por quien lo está dominando, pero lo más probable es que se trate de gestos más sutiles entre alguien que quiere entregarse -obedecer- y otro que quiere controlar -someter-. 






Así lo explica la sexóloga Norma Ageitos: 

«Una asimetría de poder consensuada y realizada mediante un intercambio de poder entre quienes participan». 






Le sonará más sencillo si se mencionan las archiconocidas Sombras de Grey pero, en realidad, estamos hablando de BDSM (Bondage, dominación y sadomasoquismo, por sus siglas en inglés). La novedad es que, si se practica este tipo de sexo -del duro, por hablar en plata- es más que probable que existan consecuencias -buenas- en la vida profesional y que, además, mejore su salud mental.

Así lo afirman estudios recientes al respecto sobre cómo influye en el cerebro someter a otro o ser sometido por otro. 


En realidad, las prácticas BDSM siguen formando parte de la Biblia psiquiátrica, el DSM (Diagnostic and statistical manual of mental disorders), esto es, el listado de lo que se considera un trastorno mental. Pero el BDSM no figura como tal sino como parafilia; la palabra que usa la psicología para designar una desviación mental. 


Quizá para sacarla de ese listado, proliferan las investigaciones al respecto.Por ejemplo, un informe elaborado en 2013 por la Universidad de Tilburg, en Holanda, y publicado en Journal of Sexual Medicine, abrió la puerta a un gran número de investigaciones posteriores pues se afirmaba que «aquellos que practican BDSM presentaban mejores indicadores de salud mental» que quieres practicaban un sexo al uso, -lo que los aficionados al universo D/s (Dominación/sumisión) califican de «sexo vainilla»-. Y ya el no va más: su práctica reduce tanto el estrés y mejora tanto las habilidades comunicativas que ayuda a mejorar la carrera profesional.
Sin ir tan lejos -al BDSM, se entiende- es casi de sabiduría popular que quien lleva una vida sexual activa tiene mejor productividad laboral. Básicamente porque llega más contento al trabajo. Pero también esto lo ha estudiado la Universidad de Oregon, en Estados Unidos: «Quienes priorizan tener relaciones sexuales llegan con ventaja al trabajo».
En España, los sexólogos expertos en el asunto coinciden con los estudios mencionados. Sostiene el psicólogo y sexólogo Ignasi Puig Rodas que todo se debe a que «el BDSM es una práctica intensa que nos obliga a vivir situaciones en las que sacamos más jugo a nuestras habilidades». 
Y pregunta: 

«¿Cuándo se aprende más a navegar, por un pantano con un pequeño velero o yendo a cruzar el Cabo de Hornos?».


Es lo que la sexóloga Norma Ageitos, miembro de la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología (AEPS), llama «el efecto liberador de poder ser uno mismo». Porque tanto Puig como Ageitos matizan que «las prácticas BDSM no están aún socialmente aceptadas» y «mucha gente lo vive de manera oculta».


La gente está muy preocupada por ser normal, por cumplir con los valores morales que determinan si el sexo que uno practica es el correct, señala Puig. «En el BDSM hace falta negociar, tomar decisiones, saber interpretar un papel, lidiar con las propias sensaciones físicas, enfrentarnos a nuestros miedos, saber leer en la otra persona qué siente y qué desea... 


Todo ello son habilidades que nos sirven en el entorno laboral y cotidiano. Hay quien hace el camino de Santiago para salir de su zona de confort, o se va al Himalaya, pero el BDSM en microcápsulas tiene el mismo efecto, de modo que, para mejorar capacidades, es más versátil que otras acciones».Si todavía le da cosilla la idea de darle al sexo hardcore, viene bien conocer un matiz que destaca Ageitos, lo que se conoce como aftercare o cuidados posteriores (al sexo). «Ningún dominante en su sano juicio descuidaría a la persona sumisa tras una sesión, ni desatendería los efectos adversos. Si uno se siente bien practicando BDSM, se explora y se crece y eso mejora la autoestima irremediablemente».