El
'juego de roles' en 'Con faldas y a lo loco' bien puede ser un inicio hacia el
sexo más duro
Estudios recientes sobre BDSM sostienen que ponerlo en
práctica mejora la autoestima, las habilidades comunicativas y hasta la salud
mental
Puede haber cera de por medio, y hasta un arnés y un collar
amarrado al cuello de quien decide ser sumiso, sujetado por quien lo está
dominando, pero lo más probable es que se trate de gestos más sutiles entre
alguien que quiere entregarse -obedecer- y otro que quiere controlar -someter-.
Así lo explica la sexóloga Norma Ageitos:
«Una asimetría de poder consensuada y
realizada mediante un intercambio de poder entre quienes participan».
Le sonará
más sencillo si se mencionan las archiconocidas Sombras de Grey pero, en
realidad, estamos hablando de BDSM (Bondage, dominación y sadomasoquismo, por
sus siglas en inglés). La novedad es que, si se practica este tipo de sexo -del
duro, por hablar en plata- es más que probable que existan consecuencias
-buenas- en la vida profesional y que, además, mejore su salud mental.
Así lo
afirman estudios recientes al respecto sobre cómo influye en el cerebro someter
a otro o ser sometido por otro.
En realidad, las prácticas BDSM siguen formando
parte de la Biblia psiquiátrica, el DSM (Diagnostic and statistical manual of
mental disorders), esto es, el listado de lo que se considera un trastorno
mental. Pero el BDSM no figura como tal sino como parafilia; la palabra que usa
la psicología para designar una desviación mental.
Quizá para sacarla de ese
listado, proliferan las investigaciones al respecto.Por ejemplo, un informe
elaborado en 2013 por la Universidad de Tilburg, en Holanda, y publicado en
Journal of Sexual Medicine, abrió la puerta a un gran número de investigaciones
posteriores pues se afirmaba que «aquellos que practican BDSM presentaban
mejores indicadores de salud mental» que quieres practicaban un sexo al uso,
-lo que los aficionados al universo D/s (Dominación/sumisión) califican de
«sexo vainilla»-. Y ya el no va más: su práctica reduce tanto el estrés y
mejora tanto las habilidades comunicativas que ayuda a mejorar la carrera
profesional.
Sin ir tan lejos -al BDSM, se entiende- es casi de sabiduría
popular que quien lleva una vida sexual activa tiene mejor productividad
laboral. Básicamente porque llega más contento al trabajo. Pero también esto lo
ha estudiado la Universidad de Oregon, en Estados Unidos: «Quienes priorizan
tener relaciones sexuales llegan con ventaja al trabajo».
En España, los
sexólogos expertos en el asunto coinciden con los estudios mencionados.
Sostiene el psicólogo y sexólogo Ignasi Puig Rodas que todo se debe a que «el
BDSM es una práctica intensa que nos obliga a vivir situaciones en las que
sacamos más jugo a nuestras habilidades».
Y pregunta:
«¿Cuándo se aprende más a
navegar, por un pantano con un pequeño velero o yendo a cruzar el Cabo de
Hornos?».
Es lo que la sexóloga Norma Ageitos, miembro de la Asociación Estatal
de Profesionales de la Sexología (AEPS), llama «el efecto liberador de poder
ser uno mismo». Porque tanto Puig como Ageitos matizan que «las prácticas BDSM
no están aún socialmente aceptadas» y «mucha gente lo vive de manera
oculta».
La gente está muy preocupada por ser normal, por cumplir con los
valores morales que determinan si el sexo que uno practica es el correct,
señala Puig. «En el BDSM hace falta negociar, tomar decisiones, saber
interpretar un papel, lidiar con las propias sensaciones físicas, enfrentarnos
a nuestros miedos, saber leer en la otra persona qué siente y qué desea...
Todo
ello son habilidades que nos sirven en el entorno laboral y cotidiano. Hay
quien hace el camino de Santiago para salir de su zona de confort, o se va al
Himalaya, pero el BDSM en microcápsulas tiene el mismo efecto, de modo que,
para mejorar capacidades, es más versátil que otras acciones».Si todavía le da
cosilla la idea de darle al sexo hardcore, viene bien conocer un matiz que
destaca Ageitos, lo que se conoce como aftercare o cuidados posteriores (al
sexo). «Ningún dominante en su sano juicio descuidaría a la persona sumisa tras
una sesión, ni desatendería los efectos adversos. Si uno se siente bien
practicando BDSM, se explora y se crece y eso mejora la autoestima
irremediablemente».