Son Marido y mujer, BJ y Richeille, los Formento crean
fotografías que rayan en lo fílmico y espectacular, al mismo tiempo que guardan
un aire antropológico y casi documental. La pareja comenzó a colaborar en 2005,
uniendo la experiencia de BJ en fotografía de moda y Street style con el
constante y adiestrado trabajo de Richeille como directora de arte en Nueva
York. Sus capturas abarcan diversos temas, ya sea la vida en general y desde
una perspectiva occidental, o un vistazo a las viejas y perdidas costumbres del
oriente. Implicaciones culturales y estéticas del planeta a través de
escenarios ambientados y colores saturados son las constantes en una producción
que conjuga dramatismo nocturno con desnudos híbridos del exceso y la delicada
tradición.
“Queríamos capturar la peculiaridad, incluso la
idiosincrasia, de la cultura japonesa antes de que ésta se diluya más allá del
reconocimiento a través de la influencia de la modernidad”, dijo Richeille
sobre su trabajo en Japón, dando muestra de que esas oscuridades retratadas con
su lente no son otra cosa que el intento de guardar tenebrosos fetiches en sus
identidades más castas y honestas, de mayor folclor.”
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFTG6YdmPnEGEcoA_lCkr73utx5VqbpYOklO4H8tLVJXh5BdohMrlWVYJ90q8Zb3Qp_mVSiEMWXFkUiL0FjX6SPSViFvsKTzJ4hrTBGpo7c_F6KHARFJz7eNW2DGzBFp3AanK62b49K7c/s320/the-japan-diaries-auto.jpg)
“The Japan Diaries”, como se titula esta colección de
fotografías, es una suma de desvelos y sombras que no buscan ocultar
absolutamente nada, sino revelar todo lo posible y acercarlo a más no poder.
Japón es tan extraño y ajeno a la cultura occidental que a todos nos parece
otro planeta; en términos de sexualidad, mucho más. Las sombras de dicha
región, alumbradas por las luces neón y esa identidad afrodisíaca tan fervorosa
que en el resto del mundo nos asombra, es consecuencia líquida tanto de las
tradiciones que guardan como de su creciente cultura pop y los atentados de la
globalización a su historia. Esa extrañeza animal y espiritual que es posible
de admirar en el viejo arte japonés adquiere nuevas tonalidades en el trabajo
de los Formento. La sensualidad de una ciudad tan cerca del mar y sus bestias,
hace que la configuración de personajes y sentimientos en el aire se torne
extravagante en cada retrato.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXoJbQ-scldVZPE7zYeJ6XOFh1SZDGQoLLVFXg8Wey66Stji_uiGHJR8pMktf_3RUM3WNG3jWv4WAde9tYRq45dI-Ub_1l286tWiJ7RVd8ygOePACK9Jj6hGSthzarRwG5gOO7jdEafCA/s320/the-japan-diaries-flores.jpg)
Si bien no son fetiches explícitos lo que se captura en las
tomas de BJ y Richeille, son escenarios espectacularmente sugerentes que
retratan al fetiche, a la noche dadora de verdades y encuentros con el placer,
no de la forma que Occidente lo haría –o preferiría–, sino de la frágil manera
en que es. Con la mirada anclada en Japón, como una actitud que pretende no
dejar caer en el olvido una cultura específica de la voluptuosidad, la
fotografía de este dúo expresa el romance, el encanto y los sentimientos de un
lugar que deslumbra con sus tinieblas
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAl86L_6C7uZ0Xgs6m1eOw1W8pMzFZEBocjyWuQNP7GlosXBciCyqJFcr8cbrYgZEecND3xmT9Eve5PGhjqL-84VwG4sppTXmfc5a3iUzNpblXDIz7RzLieUB7IhI23Kh9N_PDOPMXqtw/s320/the-japan-diaries-soga.jpg)
“The Japan Diaries” es una producción cuasiescénica, pero al
mismo tiempo visceral, desmedida, poco controlada e impresionista que nos hace
viajar de lo inusual a lo narrativo. Para conocer otros retratos del verdadero
fetiche y no la parafernalia hollywoodense que consumimos, consulta las
Fotografías que reflejan la perversión diaria en una comunidad del fetiche y El
fotógrafo que pagó por espiar a cientos de japoneses en la intimidad de los
hoteles. También puedes visitar el sitio oficial de Formento & Formento
para conocer la totalidad de su producción.
La oscuridad no oculta ni es su cometido principal la
perturbación de la mirada. De hecho, a más sombras y mayor negrura en el
horizonte, puede que lo imperceptible para los ojos se haga presente para el
resto de los sentidos; quizá con el oscurecimiento de la realidad sea más fácil
para el tacto o el oído encontrar sus verdaderas vocaciones en el mundo. Así
también los misterios reales del acontecer.
La noche, natural o artificial, es el espacio en que los
sueños alcanzan su punto más álgido, donde la lucidez se obtiene en el
ocultamiento y las respuestas no dependen de un fulgor extenuante.
Muy al estilo de Lord Byron, el escape del sol y la
disolución de los rayos en el espacio eterno, cuando la helada tierra oscila
entre la ceguera y el universo sin luna, los hombres olvidan sus pasiones,
aunque ello no signifique que omitan sus ideas del deseo. La lascivia perversa
en los campos del anochecer se convierte entonces en un ejercicio de
reconocimiento alrededor del erotismo verdadero y exento de maquillajes
pornográficos o vacíos de sentido.
Aunque a primera vista el matrimonio Formento parezca
inaugurar una producción fotográfica inspirada en la carnalidad pura, no es su
principal cometido guiarnos por un sendero de exuberancia placentera sin ton ni
son. Justamente en esa noche que se pretende diabólica, retorcida –porque
claro, todo lo noctámbulo se entiende siniestro para las mentes planas–, es que
el imaginario erótico de la pareja se torna distinto, exquisito y lleno de
orientaciones bien planeadas.
Por Eduardo Limón enero 14, 2017