Fernando
Botero
El maestro Fernando Botero, a sus 85 años, conserva intacta
su magia y creatividad. Así deja constancia en esta serie de acuarelas eróticas
inspiradas en el mileranio Kamasutra. 70 imágenes elaboradas en varias
técnicas: dibujos a color y en blanco y negro, acuarelas y sanguinas.
Botero siempre ha defendido el ideal de que el arte se ha
utilizado desde el origen de los tiempos para dar placer. En ese sentido, lo cautivador del
Boterosutra, para él, es que el erotismo es sutil, que la sensualidad se
manifiesta en el color y en las formas.
Para nosotros, lo cautivador es él en sí mismo. Su obra, su
pasión y visión de la belleza desde un prisma más redondeado y hermoso del
habitual, nos hace volar. Aprovechamos para felicitar en vida al gran
maestro. Ojalá disfrutemos de su gracia
muchas más primaveras.
El estilo distintivo de Fernando Botero de formas infladas
suaves con cambios inesperados en la escala es hoy reconocible al instante.
Refleja la búsqueda constante del artista para dar presencia y realidad al
volumen. Los parámetros de proporción en su mundo son innovadores y casi
siempre sorprendentes. Apropiándose de temas de toda la historia del arte,
desde la Edad Media, el quattrocento italiano y el arte colonial
latinoamericano hasta las tendencias modernas del siglo XX, Botero los
transforma a su propio estilo particular.
Nacido en Medellín, Colombia en 1932, Botero se interesó por
la pintura a temprana edad. Su precocidad artística fue evidente en un artículo
ilustrado que contribuyó al periódico de Medellín El Colombiano cuando tenía
diecisiete años. Titulado Picasso y La inconformidad del arte, reveló su
pensamiento vanguardista sobre el arte moderno. Botero se mudó a Bogotá en 1951
y realizó su primera exposición individual en la Galería Leo Matiz. Al año
siguiente, a la edad de veinte años, recibió el Segundo Premio en el Salón
Nacional de Bogotá.
Con el dinero que ganó con el premio del Salón y sus
exposiciones, Botero viajó a España, Francia e Italia para estudiar el trabajo
de los antiguos maestros. En Madrid, visitó diariamente el Museo del Prado
mientras estudiaba en la Academia de San Fernando. En Florencia, estudió en la
Academia de San Marcos y recibió una profunda influencia de las obras de Giotto,
Piero della Francesca, Paolo Uccello y Andrea del Castagno.
Fue durante una breve estancia en México que Botero produjo
Still Life with Mandolin (1956), el primer trabajo en el que la forma
"hinchada" hace una apariencia definitiva. Dos años más tarde,
recibió el Primer Premio en el Salón Nacional de Bogotá por su Cámara Nupcial:
Homenaje a Mantegna, una obra inspirada en los 1474 frescos de Mantegna para el
Palacio Ducal de Mantua.
Fernanco BoteroMás tarde, Botero hizo una segunda versión
sobre este tema, que ahora está en la colección del Museo Hirshhorn. Botero se
mudó a Nueva York en 1960 y al año siguiente el Museo de Arte Moderno de Nueva
York adquirió su pintura Mona Lisa, Edad Doce para su colección. Durante este
período experimentó brevemente con una pincelada gestual, que Botero llamó su
coqueteo con la Escuela de Nueva York. Durante los años siguientes, Botero
continuó explorando la manipulación de la forma para lograr un efecto estético,
eliminando gradualmente todos los rastros de pinceladas y texturas, optando en
cambio por formas infladas suaves.
Su continua atracción por la Colombia de su juventud se
refleja en pinturas arraigadas en la vida de la pequeña ciudad colombiana:
grupos familiares de clase media, jefes de estado, prelados, madonnas,
militares, prostitutas y opulentos bodegones con frutas exóticas. En 1973,
Botero dejó Nueva York para ir a París y comenzó a producir esculturas, aunque
sin renunciar a la pintura. Su trabajo en un arte tridimensional fue una
progresión natural para un artista singularmente dedicado a expresar volumen y
masa.
Sin embargo, no es la apariencia del volumen, sino el
volumen en sí, un volumen tangible, lo que ofrece el medio de la escultura. Su
visión implica la convicción de que la monumentalidad no es tanto una cuestión
de tamaño como de una proporción. Es una búsqueda de lo heroico en el arte, un
atributo que Botero descubrió por primera vez cuando era estudiante en
Florencia. Hoy Fernando Botero divide su tiempo entre París, Nueva York y
Toscana. Sus pinturas, esculturas y dibujos se exhiben y representan en
colecciones de museos de todo el mundo.
“El arte es espiritual, un respiro inmaterial de las
dificultades de la vida.”
"Cuando comienzas una pintura, es algo que está fuera
de tí. Al terminarla, pareces haberte instalado dentro de ella"
Conclusión
La obra de Fernando Botero cumple con su objetivo de
transmitir el erotismo al espectador, pero no de la manera en la que estamos
acostumbrados, mostrándonos un cuerpo armonioso y esbelto, sino que mostrando
una realidad diferente.
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